Hidelgard von Bingen (1098-1179)

 

hidelgard

 

Nació en Alemania en 1098, fue una abadesa polifacética: médica, filósofa, naturalista, compositora, poetisa y también lingüista. Fue definida como una abadesa muy singular por su notable influencia y una de las científicas más importantes del siglo XII. Desde que era pequeña, tuvo débil constitución física, sufría constantes enfermedades y experimentaba visiones. En el año 1141, a la edad de cuarenta y dos años, sobrevino un episodio de visiones más fuerte que la anterior, por el cual recibió la orden sobrenatural de escribir las visiones que de aquella en adelante tuviese. A partir de ello esta empezó a escribir sus experiencias, lo cual le dieron como resultado el primer libro, llamado Scivias (Conoce los caminos), que no concluyó hasta 1151. Una de las visiones que tuvo hizo que se marchara de Alemania, inspirándola así para la fundación de un monasterio en la colina de San Ruperto  (Rupertsberg), cerca de Bingen para trasladar a la crecida comunidad de los monjes de Disibodenberg. Ante aquella situación intervino Ricardis de Stade (la marquesa), madre de la monja que servía de secretaria a Hildegarda, quien conisguió convencer a Enrique I, el arzobispo de Maguncia de que diera la autorización para la salida de las religiosas y la fundación del nuevo monasterio. En el año 1150 se fue a Rupertsberg con unas veinte de sus monjas y allí  obtuvo el permiso del conde Bernardo de Hdelsheim, el cual era​ propietario del terreno elegido y también quien fundó el monasterio de Rupertsberg, en el cual se convirtió en abadesa. Un año después de trasladarse concluyó el Scivias y en esa misma época datan sus dos libros de contenidos sobre ciencias naturales y medicina, en los que explico gran cantidad de conocimientos sobre el funcionamiento del cuerpo humano, de herbología y otros tratamientos médicos de su época basados en las propiedades de piedras y animales.

En 1150, el emperador Federico I Barbarroja,  la invitó a entrevistarse con él en su palacio el cual se encuentra situado en Ingelheim.  Esta generó un aprecio mutuo entre los dos, tal que a los trece años más tarde, el soberano otorgó un edicto de protección imperial a perpetuidad al monasterio de Rupertsberg.

En 1173 antes de concluir el Liber divinorum operum, murió el monje Volmar, su más cercano colaborador y secretario. Durante un tiempo el monje Godofredo de Disibodenberg le sirvió como amanuense, a la vez que comenzó la redacción de una biografía de la profetisa, él cual murió poco tiempo después (1176). La última situación crítica por la que tuvo que pasar fue cuando su comunidad dio sepultura en el cementerio conventual, a un noble «excomulgado». Por la imposición de pena eclesiástica, el derecho canónico prohibía su entierro en suelo sagrado. Se le pidió a Hildegarda que exhumara el cadáver y ella se negó a hacerlo e incluso hizo desaparecer cualquier rastro del enterramiento para que nadie pudiera buscarlo. Los prelados de Manguncia, en ausencia del arzobispo Christian, el cual estaba en Roma, pusieron en entredicho al monasterio. Por él se prohibió el uso de las campanas, los instrumentos y los cantos en la vida y liturgia de Rupertsberg. Esta se defendió escribiendo una carta de rico contenido doctrinal, donde recogía el significado teológico de la música. Cuando regresó el arzobispo en 1179, se presentaron testigos que apoyaban la versión de Hildegarda.

Obras:

-Conoce los caminos

-Libro de los méritos de la vida.

-La sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales (poética y musical)

 

BIBLIOGRAFIA: https://mujeresconciencia.com/2015/06/29/una-sorprendente-estudiosa-del-siglo-xii-hildegard-von-bingen/

HILDEGARD VON BINGEN, una mujer excepcional

 

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